19 jun 2011

Getsemaní

Sé que tiene que haber más, pero entre mis fotos solamente encuentro una de mi madrina sentada en uno de los bancos. 
Ir al Centro Lucense era sinónimo de pasarlo bien: juntarse la familia y amigos, la comida bajo los árboles y, sobre todo, poder jugar con los primos en las piscinas. Pasábamos la tarde en la de los niños pequeños porque todavía no sabíamos nadar. Pero lo único importante era divertirse. Ver a mis primos haciendo el tonto, compitiendo por saber quién aguantaba más tiempo con la cabeza debajo el agua, y después más broncas de su madre (mi madrina), ya era un buen pasatiempo. O desenmascarar a mi prima: intentaba hacernos creer que ya nadaba; la muy tramposa, se apoyaba con las manos en el fondo de la piscina. El tiempo se iba demasiado rápido y enseguida llegaban la noche, el cansancio, y los "¿cuándo nos vamos?".


Aquella tarde nos vistieron de fiesta en vez de prepararnos para volver a casa. En la zona dedicada al folklore gallego, un grupo de gaiteiros tocaba y bailaban varias parejas con sus trajes típicos. Sin embargo, algo extraño ocurría en el palco principal y todo el mundo se amontonaba allí delante. "¿Cuándo nos vamos?", ni caso...
A los chicos poco nos faltaba para quedarnos dormidos de pie. Los mayores estaban cada vez más alterados. Entre tanta confusión pude oir algo que dió sentido a lo que estaba ocurriendo: "va a venir un cantante español, es un músico joven que está empezando..."; eso me hizo saltar como un resorte. Minutos después un helicóptero llegaba y bajaba a tierra justo detrás del escenario. La gente se apiñaba aún más; yo intentaba ver algo y me ponía de puntillas. Mis primos seguían con la cantinela,"¿cuándo nos vamos?"

¿Quién será? Algo de mí cambió en el momento en que sonaron los primeros acordes y reconocí la voz y la canción.
- "¡Ay, ay, Rosseta...!"

Algo más entró en la banda sonora de mi propia historia. Amor, amar... se grabó a fuego como lema o principio que Jamás habría de ser quebrado, al menos Mientras mi alma sienta. No fué una noche cualquiera. Ayudadme, quise gritar porque desde tan atrás nada podía ver. Qué difícil es ser feliz, aunque se tenga la Piel de Ángel. Te esperaré, quizá llegué a soñar que me dijera. No sé si Tarde o Temprano, un día lo comprendí y en el Triste Final pude decir de aquello: Es más que amor.

Callados...

Fué lenta y dura su agonía. Su compañero en sus últimos años la amó como nunca la habían amado. Lejos de todos, llorando por sus hijos que nada querían saber de ella, regaló sus últimas palabras escritas y las penúltimas habladas ("Um beijo no seu coração") a su ahijada. Cuando llegó la hora (hágase en mi según tu palabra) una fuerza sobrenatural la llevó a incorporarse, lo agarró de un brazo y le gritó como pudo "¡quero morrer!". El 28 de diciembre, día de los inocentes, no podía ser de otro modo...

Cuando tuvo fuerzas para ello:

- Carmen, tu madrina...

Buenas noches, amor...

13 comentarios:

  1. Un texto que mezcla diferentes sentimientos... hay momentos felices y de esos bien tristes.
    Intuyo que el narrador se guarda varios datos y me deja con una cierta sensación de extrañeza, de que algo estoy perdiéndome... vaya saber uno por qué.
    Un beso enorme.
    Humberto.

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  2. Recuerdos sacados de un pasado nada indiferente, aunque con los recovecos de la melancolía a flor de piel.. entre otras sensaciones.

    Feliz domingo Carmen

    Un beso

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  3. Mui triste,más así es la vida cuando los sentimientos no se encuentran.

    Besitos y buen fin de semana

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  4. hola Carmen;
    pues aquí me tienes, con un sabor agridulce en la boca después de leer tu historia, que me ha sobrecogido por su sencillez y dulzura.

    besos,

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  5. las vivencias que compartimos con las personas que se hacen querer en vida, las recordamos siempre con gran cariño y nuestro amor por ellas perviven más allá de la muerte. un beso.

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  6. Gracias al amigo Humberto Dib he descubierto a una doce autora galeguiña que demuestra su soltura en la palabra poética, se presente ésta bajo una forma u otra.

    Un placer conocer esta bitácora. Moita sorte le deseo a su autora.

    Cordiais saúdos.

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  7. Buenas noches Humberto, mi querido amigo. El narrador acaba contando aquello que le interesa; suele tener sus razones, quizá tenernos en vilo hasta otra ocasión o, precísamente, hacernos buscar en lo narrado las claves para encontrar lo que pensamos que nos hemos perdido. Hay narradores muy extraños...

    Un abrazo y un beso enormes en esta madrugada...

    Carmen.

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  8. Lisebe, el pasado siempre nos deja recuerdos, y con ellos sensaciones. Ni los unos ni las otras terminan por ser indiferentes; en ese caso, se olvidarían.

    Un beso y feliz semana.

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  9. Así es Rachel, puede ser muy triste, más aún de lo que parece a simple vista. Pero es lo que hay, es la vida, y es así.

    ¡Biquiños!

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  10. Bienvenida Maslama, me alegra verte aquí, en mi tejado particular... Las historias de la vida suelen ser más sencillas de lo a veces se cree, pero nos complicamos demasiado intentando comprender lo más obvio. ¡Biquiños!


    Mi querido Arturo, después de tanto tiempo, no es difícil para ti comprender y entender tantas cosas, tantas vivencias que has ido conociendo, que hemos ido compartiendo. Más allá de la muerte no sé lo que habrá, pero sí es cierto que quienes han estado tan adentro de nosotros siguen ahí de alguna manera. Un abrazo muy fuerte para ti. Mil besos...


    Gracias por tus palabras Moisés. ¡Biquiños!


    Mucho que agradecer al amigo Humberto, Rafael Ángel, mucho. Una de las cosas, llegar a conocer a personas como tú. Recibe un fuerte abrazo de esta ciudadana del mundo, pues aunque viva en la hermosa Galicia, terra meiga onde as haxa, mis pies han pisado muchos lugares, y mi vida y mi corazón están repartidos entre todos ellos... Gracias por todo. Un saludo cordial. Biquiños...

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  11. Que recuerdos, gravados a pura piel, como esa canción.
    Sin más me llevas a pensar en los juegos que hacíamos de niños con mis primos.
    Me gusta.

    Un abrazo Carmen.

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  12. Tú lo dices Cecy, grabados en la piel; los tatuajes pueden, a duras penas, quitarse, pero los recuerdos que quedan así... nada los elimina del alma.

    Un abrazo para ti.

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